👋✨The M&P #34 · El apego: la asignatura pendiente
Nuestra especialista en relaciones reales: Laia Sabaté
Últimamente se escucha hablar mucho de la teoría del apego, aunque me temo que, en realidad, sigue siendo un gran desconocido para todxs nosotrxs. La teoría del apego, que fue desarrollada por Bowlby, habla de cuatro estilos de apego y cómo estos afectan a nuestras relaciones. Veamos las principales cosas que tenemos que tener en cuenta.
Recordad que si queréis que otros padres os deban un favor, compartid con ellos The Mamas & The Papas. Seguro que como mínimo os van a invitar a unas cañas.
El apego: la asignatura pendiente.
Imaginemos el ejemplo de que nuestro hijx llega triste del cole porque no le han escogido para jugar a un juego en clase de educación física. A nuestros ojos, nos puede parecer algo poco importante, ahora que tenemos cierta edad y hemos vivido desgracias de todo tipo, pero a los suyos es un hecho importantísimo. Pues bien, como madres y padres puede que nos comportemos de distintos modos dependiendo de cómo nos hayan educado y de cómo sea nuestra personalidad. Hoy os quiero explicar cuatro formas de reaccionar y la repercusión que éstas pueden tener en vuestrxs hijxs.
“¡Ay por Dios! ¿No me digas? ¡Vaya impresentables! ¡Eso es que te tienen envidia! “
Cuando reaccionamos con más miedo, más dolor y más desregulación que nuestros propios hijxs es porque probablemente no sepamos regular nuestras propias emociones y estas nos asustan en términos generales. Eso genera que no sepamos regular las de nuestrxs hijxs y que no podamos calmarles, sino que lleguemos incluso a sugestionarlos un pelín más. Este tipo de ejemplo es el que sucede cuando tenemos un estilo de apego ansioso.
“A mí me acaba de enviar un email diciéndome de todo mi jefe y eso sí que son problemas” o “de mayor ni te vas a acordar de estos amigos, tú pasa que eres más fuerte que ellos.”
Cuando, por el contrario, reaccionamos intentando animar sin reconocer la emoción que puede estar sintiendo nuestrx hijx o intentamos minimizar su dolor sin ni siquiera ponerle nombre a lo que está sintiendo, lo que en realidad vamos a conseguir es invalidar su dolor y que se sienta poco comprendido o escuchado. Esto puede generar que nuestrxs hijxs intenten ser más autónomos de lo que les toca por edad. Lo que podríamos llamar una falsa madurez, puesto que es más bien una especie de dureza emocional. Esto acostumbra a suceder cuando tenemos un estilo de apego evitativo.
“¡No me vengas con tonterías que no estoy para tus historias!” o reacciones negligentes y de maltrato o difusas.
Este tipo de reacción acostumbra a darse en entornos hostiles, de negligencia o maltrato familiar, donde lo más habitual es amenazar o humillar a los familiares e hijxs. Este tipo de crianza se acostumbra a dar en ambientes donde el estilo de apego es desorganizado y acostumbra a generar bastante sintomatología en los niñxs. Aunque este estilo de apego también puede darse en entornos donde se ha producido una falta de regulación emocional similar a la del apego ansioso, combinándolo con el apego evitativo.
“¿Y cómo te has sentido? Posiblemente te hayas sentido desplazadx o triste… ¿Crees que mañana podrías hablarlo con tu amiga y preguntarle por qué no te ha elegido?”
En este tipo de frases y verbalizaciones, lo que hacemos es ponerle nombre a lo que nuestro hijx está sintiendo y, de este modo, aprende a nombrar sus emociones. Además, también le damos una propuesta, algo que pueda ayudarle a gestionarlo para que aprenda también a enfocarse en sus soluciones y no se quede solo en el dolor. Esto es importantísimo para el futuro de vuestrxs hijxs, ya que permite que sepan lidiar con sus emociones sin invalidarlas, pero también sin asustarse en exceso cuando las siente. Este es el estilo de apego seguro.
Lo que quiero matizar antes de despedirme, es que esto no va de una reacción de un día puntual. Uno no genera un estilo de apego por un día suelto. Uno genera un tipo de apego con sus hijxs cuando el estilo de respuesta es recurrente. Todos podemos tener un día donde asustarnos o donde invalidar las emociones de los demás porque simplemente no nos damos cuenta de que lo estamos haciendo. Lo importante es que podamos repararlo.
Si tuviera que concluir resumiendo los puntos clave, serían los siguientes:
Mostrarnos como figuras de seguridad, sin invalidar las emociones.
Aportar soluciones cuando ya hemos validado la emoción y no antes.
Ponerle nombre a las emociones que siente, explicándole cómo funcionan las emociones.
Generar un vínculo fuerte y confiable, que sientan que nos pueden contar todo porque no habrá juicios.
Validar lo que sienten, aunque nosotrxs no lo sintamos igual. No se trata de darles la razón en todo, sino validar que, aún cuando no tenemos razón, sí estamos en nuestro derecho de sentir nuestras emociones.
Adentrarnos en su mundo emocional desde la mirada de un niñx o adolescente, no desde nuestra mirada adulta que ya lo ha vivido.
Recordarnos que el vínculo va por encima de la situación. Mostrarnos incondicionales y a la vez poner límites claros y concisos.
Reparar si lo necesitamos y reconocer nuestros errores. Mostrarnos vulnerables ante nuestros hijxs no nos va a restar credibilidad ni autoridad.
Nadie dijo que fuera fácil, pero os prometo que vale la pena.