Alba Mato, especialista en educación emocional, se dirige a vosotrxs como personas, no como madres y padres. Llega para que poco a poco vayáis construyendo el yo que os apetezca ser. Porque empezando por vosotros, si recogéis algunos de los consejos que os propone Alba, lograremos impactar de forma más directa en los más pequeños al querer imitaros. Os dejamos con ella:
Las personas, desde que somos muy pequeñitas, sabemos, aunque sea de forma inconsciente, si somos dignas o no de pertenencia. Lo sabemos por los mensajes que recibimos del exterior a través de miradas, gestos y palabras, siendo estas de aprobación o de todo lo contrario. Todas ellas, de una forma muy sutil o no tanto, van calando poco a poco, el cuerpo las va registrando, nos van dejando huella o cicatriz, van formando parte de nuestra identidad, ayudándonos a definirnos y marcándonos el camino de lo que somos.
Recordad que si queréis que otros padres os deban un favor, compartid con ellos The Mamas & The Papas. Seguro que como mínimo os van a invitar a unas cañas.
El poder de las etiquetas
Las etiquetas con las que crecemos desempeñan un papel poderoso en la formación de nuestra identidad desde edades muy tempranas. A lo largo de nuestra vida, las percepciones que los demás tienen sobre nosotrxs se convierten en espejos en los que nos miramos, influyendo en nuestra autoimagen, autoestima y autopercepción.
Por ello, cuando recibimos elogios, reconocimiento y palabras de aprobación, nutren nuestra autoestima y confianza, convirtiéndose en un refuerzo positivo que nos impulsa a creer en nuestras habilidades y potencial. Sin embargo, estas etiquetas, aparentemente positivas, están sujetas a peligros, ya que aspiramos a cumplirlas y, para ello, podemos estar presionándonos de más. Es el camino que escogemos para poder alcanzar expectativas ajenas, lo cual puede conducir al perfeccionismo. Desde aquí estamos expuestos a crear un ciclo de insatisfacción constante, haciéndonos sentir miedo al fracaso o a enfrentar nuevos desafíos, comparándonos constantemente con otras personas o limitando nuestra identidad por miedo a decepcionar.
Por otro lado, las etiquetas “negativas”, como críticas, prejuicios o desaprobación, tienen un fuerte impacto en la persona, generando inseguridades y dudas sobre su valía y su forma de relacionarse con el mundo. Las personas sabemos a edades muy tempranas cuando somos dignas o no de pertenencia y, como seres sociales que somos, hacemos lo que sea con tal de pertenecer, de ser mirados y valorados. Este es el verdadero quid de la cuestión.
Te propongo una actividad para que puedas hacer y reflexionar sobre ella. Pero recuerda lo que te decía en el anterior post: es importante que empieces por ti, esto de la educación siempre va de dentro hacia fuera.
La actividad consiste en que, en forma de hashtags o etiquetas (ejemplos: paciente, sensible, inestable, incansable…) escribas de 3 a 5 palabras en cada fila (puedes modificar o añadir alguna a tu gusto), atendiendo a la siguiente pregunta: ¿cómo crees que te ven los demás? Tómate el tiempo que necesites para responder:
Mi pareja:
Mis hijos/as:
Mis amistades:
Mis compañeros/as de trabajo:
Yo mismo/a:
Una vez hayas hecho el ejercicio, reflexiona. ¿Te ves reflejado/a en esas etiquetas? Y, lo más importante, ¿qué supone para ti cada una de esas etiquetas? Su poder radica en la capacidad que tienen para moldear nuestra percepción y nuestra forma de interactuar con el mundo y es importante reconocer que son percepciones subjetivas que a menudo están sesgadas por la cultura, la educación y las experiencias de vida. Por todos estos motivos, permitámonos el derecho a evolucionar, a tomar nuestra personalidad como elemento activo. El “es que yo soy así” no sirve, porque todas las personas podemos elegir cómo queremos ser, pero sólo lo conseguiremos si prestamos atención a lo que nos gusta de nosotrxs y lo potenciamos, así como aquello que no termina de hacernos sentir bien para saber de dónde viene y poder modificarlo. Es una tarea difícil, pero también puede ser muy gratificante.
En el próximo artículo os contaré cómo llevar esta dinámica a cabo con vuestrxs hijxs y un cierre para reflexionar con ellxs acerca de las etiquetas y que puedan construir un autoconcepto más saludable. De momento, os dejo este tiempo por delante para que primeramente penséis en vuestras propias etiquetas y toméis parte activa en la construcción de la persona que queréis ser, porque el bienestar emocional de la infancia empieza por el nuestro propio. No te olvides de ser compasivx contigo mismx y perdonar tus errores, pues forman parte del proceso. Y recuérdalo siempre, escríbelo y pégalo en la nevera si hace falta: tratar de mejorar ya es hacer algo. Mi más sincera enhorabuena.