👋✨The M&P #29 · “La Sirenita” o la necesidad de representación
Aire frío: Elena Blanco de Psique&Meraki.
¡Muy buenas a todos! Continuamos con la sección de Aire Frío de Elena Blanco. Hoy nos trae un tema del que se ha hablado mucho hace algún tiempo. Veamos qué tiene que contarnos. Os dejamos con Elena.
Me parecía importante tocar este tema, aunque ya ha pasado algún tiempo en el que fue noticia. A no ser que hayas vivido en una cueva las últimas semanas, te habrás enterado de la polémica que rodea la nueva película de “La Sirenita”: resulta que Ariel ya no es blanca ni pelirroja, sino que quien la interpreta es Halle Bailey, actriz afrodescendiente.
Recordad que si queréis que otros padres os deban un favor, compartid con ellos The Mamas & The Papas. Seguro que como mínimo os van a invitar a unas cañas.
“La Sirenita” o la necesidad de representación.
Uno de los argumentos que esgrimen aquellos a los que no les parece acertada la decisión de que Ariel ya no tenga la piel blanca ni sea pelirroja es que “la Sirenita siempre ha sido así”. Cuando hacemos una afirmación tan categórica, incluyendo palabras absolutas como siempre, debemos pensar claramente si esto fue así.
El origen las sirenas se remonta la Grecia antigua, donde encontramos las primeras referencias a estos seres mitológicos en “La Odisea” de Homero, aunque en este momento la forma es una mezcla de humano y pájaro. En el Bestiario de los Monstruos, en la Edad Media, se habla de seres humanos con cabeza hasta el ombligo, cuerpo de doncella y cola de pez. En el Bestiario de Northumberland también se habla de un híbrido humano-pájaro-pez con patas de anfibio. En definitiva, cualquier parecido de estas descripciones con Ariel es pura coincidencia. No fue hasta el siglo XIX que la imagen de las sirenas cambió, convirtiéndose en iconos más feminizados e incluso sexualizados, siendo iconos victorianos y peligrosos.
La Sirenita con la que muchos hemos crecido es el resultado de la interpretación que la Factoría Disney dio a estas criaturas mitológicas, no reales, en el año 1989. Un dibujo animado, no una realidad.
Sea como fuere, a raíz de esta polémica, surgieron también voces -y vídeos- en los que se mostraban las reacciones de algunas niñas afroamericanas al descubrir que la nueva Sirenita era negra. “Es marrón como yo” o “¿De verdad ella es Ariel?” eran algunos de sus comentarios. Esos vídeos mostraban a niñas ilusionadas, algunas incluso incrédulas, al verse por fin representadas como protagonistas de la historia y no como personajes secundarios.
Que Ariel sea negra es apenas un gesto, pero que quizás ayuda a que una niña sienta que forma parte de su mundo, igual que el resto de las niñas que la rodean y que sí han crecido con espejos en los que mirarse. Es solo un gesto, como el hecho de incluir una pareja de lesbianas en Lightyear o personajes negros en las precuelas de Juego de Tronos o de El Señor de los Anillos. Gestos que ayudan a visibilizar el problema y que reflejan la sociedad diversa y plural en la que vivimos.