👋✨The M&P #27 · Masculinidad frágil. Qué es y cómo podemos pasar de lo tóxico a lo sano.
Nuestra sexóloga: María Villalba Tost de Sexualis Salud.
Desde la última promo del Salón Erótico de Barcelona, hasta en la última campaña de Ogilvy Madrid para el Ministerio de Igualdad, se está hablando de este tema.
En esta publicación queremos meternos de lleno en el concepto de masculinidad frágil, para definirla, para que conozcáis sus consecuencias y para daros pautas de acción que tiendan a reducir y concienciar sobre este fenómeno tan arraigado en nuestra cultura.
Dicho esto, vamos por partes.
Recordad que si queréis que otros padres os deban un favor, compartid con ellos The Mamas & The Papas. Seguro que como mínimo os van a invitar a unas cañas.
Másculinidad frágil. Qué es y cómo podemos pasar de lo tóxico a lo sano.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de masculinidad frágil?
El concepto de masculinidad frágil hace referencia a todas aquellas conductas y comportamientos que, en el caso de los hombres, la sociedad les ha exigido.
Un estudio en el Journal of School of Psychology utiliza la siguiente definición para explicar la masculinidad frágil (tóxica): “la constelación de rasgos [masculinos] socialmente regresivos que sirven para fomentar la dominación, la devaluación de la mujer, la homofobia y la violencia sin sentido”.
Principalmente se trata de actitudes tóxicas, poco emocionales y/o afectivas, incluso deshumanizadas si me apuráis.
Ejemplo de todas ellas son las expectativas sociales de que un hombre no llore, sea fuerte, no sea demasiado afectivo, esté siempre seguro de sí mismo, no se deje intimidar y un sinfín de rasgos más, bajo la etiqueta del “sexo fuerte” como contrapartida al “sexo débil”.
Seguro que algunxs de vosotrxs ahora mismo estaréis pensando: ¡pero María, esto hace mucho que ya no ocurre tanto! Desgraciadamente, no se trata de que no ocurra tanto, si no de que nunca ocurra.
Es una lástima que todavía no hayamos llegado a ese punto. Lo veo a diario en las aulas en las que imparto Educación Sexual, en las sesiones de Terapia Emocional y Sexual que realizo en mí consulta y en las conversaciones de cualquier tarde en un bar.
Sí señorxs, al sexo masculino, por lo general, les sigue costando vestirse de rosa o practicar ballet, preferir las muñecas a los coches, gestionar un problema de erección o el no tener deseo sexual, llorar y emocionarse en público (salvo cuando se trata de una final de Copa o un Grand Slam). ¿Y la razón? Un aprendizaje, con frecuencia generacional, de lo que es y lo que no es aceptable socialmente si “eres un hombre como Dios manda”.
Y entonces… ¿qué consecuencias puede tener este tipo de masculinidad para vuestros hijxs?
Cuando un niño o un adolescente entiende el mundo solo a través de la lente proporcionada por este tipo de masculinidad, puede sentir que sólo ganará aceptación si funciona desde esas conductas. Lo que conlleva conductas, actitudes, creencias o situaciones permanentes no deseables como:
Generar líneas divisorias entre cómo debes ser si eres mujer y cómo debes ser si eres hombre, generando una normalidad y una no normalidad que polariza la sociedad en función de tu sexo.
Guionizar la actitud del sexo masculino, limitándole.
Generar problemas de autoestima y autoconcepto “si te sales de la norma” y lo esperado por tu condición de hombre.
Boicotear la gestión y expresión emocional del hombre, generando importantes dificultades para el día de mañana.
Promover la idea dañina de que exteriorizar emociones o mostrarse vulnerables es poco varonil.
Favorecer que un hombre NO pida ayuda cuando alguna situación le genera malestar, ya que pedir ayuda puede generar sentimientos de insuficiencia, debilidad y la percepción de ser menos hombre.
Promover la homofobia, transfobia y la posibilidad de sufrir bulling e incluso el suicidio si te sales de la norma.
Invalidar ciertas emociones masculinas como símbolo de fragilidad.
Potencia la agresividad y, por ende, la falta de asertividad con las consecuencias que esto puede suponerle a una persona a varios niveles de su vida, como el tener relaciones de pareja saludables, lograr vínculos genuinos y sanos, permanecer en un trabajo, etc…
Y esto no es todo. No sólo es un tema que afecte al sexo masculino ya que, por extensión, también tiene repercusiones en el sexo femenino, teniendo en cuenta que entre todxs formamos parte de una misma sociedad y lo que afecta a una mitad, repercute en la otra.
¿Cómo podéis contribuir a que esto cambie?
Procurar educar sin etiquetas ayudará a que la masculinidad sea más sana. Cuidar el lenguaje en este punto es fundamental.
Validar las emociones en vuestros hijos. Está permitido sentirse mal, está permitido sentirse inseguro, está permitido sentir miedo, también vergüenza o incomodidad, está permitido pedir ayuda.
Generar espacios libres de prejuicios en casa.
Propiciar la escucha, la empatía y el respeto.
No dar por hecho ciertas cosas por una cuestión de género.
Dar ejemplo con vuestras relaciones de pareja. Los roles que en ellxs vean, probablemente se van a repetir.
Educar en la igualdad.
No generéis diferencias entre hermanxs por una cuestión de género.
Atreveros a romper patrones familiares, por más que sean lo que habéis visto en casa.
Como tantas cosas en esta vida, esto no es responsabilidad sólo de una parte de la sociedad, sino de toda. Todxs somos responsables de que cada vez más, niñxs, adolescentes y adultos, quedemos liberados de estos roles y la masculinidad sea un concepto más sano.