👋✨ El lenguaje determina nuestra manera de relacionarnos en el mundo
Nuestra sexóloga: María Villalba Tost de Sexualis Salud.
Hay una cosa clara, el lenguaje cotidiano está cargado de expresiones y dichos que perpetúan maneras de pensar que no queremos para lxs más jóvenes.
Sin darnos cuenta, cuando estamos en una conversación informal con gente con la que tenemos más confianza, somos más permisivos con ciertos tipos de prejuicios, humillaciones a colectivos o al empleo de términos que denotan cierta violencia verbal. Normalmente no detectamos que se esté haciendo algo mal, ya que el contexto en el que se desarrollan esos comentarios y la cercanía emocional con la persona con la que conversamos hacen que no lo sintamos como una amenaza.
Efectivamente no podéis ser la policía del lenguaje correcto no ofensivo 24/7. Sin embargo, sí que debéis ser conscientes que lo que decís y lo que no decís, estando presentes vuestrxs hijxs, supone para ellxs un aprendizaje y sienta un precedente.
Recordad que si queréis que otros padres os deban un favor, compartid con ellos The Mamas & The Papas. Seguro que como mínimo os van a invitar a unas cañas.
El lenguaje determina nuestra manera de relacionarnos en el mundo.
Está claro que cuando empleamos ciertas expresiones que llevan tanto tiempo ancladas en nuestro lenguaje nunca lo estamos haciendo con mala intención ni tampoco queremos literalmente ofender a nadie. Lo que pretendo con esta newsletter es favorecer a que pongamos atención para detectarlas, corregirlas e intentar dar una explicación clara del porqué no se deben emplear.
Por ejemplo, está comprobado que no debemos abusar de expresiones como: “¿me entiendes?”, ya que pueden inducir a que favorezcamos cierto germen de inseguridad en nuestro interlocutor. Empleando esta expresión la responsabilidad de que el mensaje se entienda es solo del receptor, no nuestra. Sin embargo, es preferible que empleemos más “me explico”, puesto que la responsabilidad de que el mensaje se entienda es solo nuestra.
También debemos estar muy atentos a otras expresiones que pueden condicionar el comportamiento de lxs más jóvenes como:
“Los hombres no lloran”, que potencia la masculinidad frágil de la que ya hemos hablado en este artículo.
“Este es un trabajo de negros o de chinos”, del que nos hablaba Adriana Boho en la entrevista sobre miroracismos que le hicimos.
“Ser madre es lo mejor que te puede pasar en la vida”, que reduce el rol de la mujer únicamente al de procrear y al maternal.
Es por todo esto que hoy me gustaría que todos reflexionemos sobre cómo podemos mejorar el lenguaje afectivo sexual de lxs adolescentes, así como comenzar a desarrollar el de lxs más pequeñxs desde un enfoque cargado de respeto y empatía.
Os dejo algunas recomendaciones para aplicar en casa, y si algunx de vosotrxs es profe, podéis aplicarlo también en las aulas:
Materiales educativos y juegos libres de sexismo: desde juguetes, a libros, videos y demás recursos educativos que promuevan la igualdad de género. Lo ideal de estos materiales es que podáis leerlos con ellxs o explicarles en qué consisten. Compartir estos momentos con ellxs tiene mayor calado que cualquier cosa y además pasaréis tiempo juntos.
Formación. Permaneced atentos. Sed críticos como madres y padres. La mejor manera de aprender algo es ser capaz de explicárselo a alguien, por tanto, poned en duda vuestras creencias y mostraros abiertos a corregir vuestras expresiones.
No seáis pesados. A largo plazo es mejor ser un ejemplo para ellxs que corregir de manera continuada.
Aprovecha cualquier momento en casa que sirva para explicar, puntualizar, corregir o mejorar cualquier tipo de pensamiento o expresión, tanto hecha por ti mismx como escuchada en cualquier medio de comunicación.
Personalidad múltiple. A muchos padres les pasa que cuidan su lenguaje en la interacción con sus hijxs, pero después con amigxs sueltan sapos y culebras por la boca, pensando que sus hijxs no están atentos, sin embargo, están más que presentes.
No validar el sentido del humor en estos casos. La broma normaliza y quedan asimiladas en los niñxs como algo gracioso que se puede decir.
Por todos estos motivos, os animo a que propongáis la educación afectivo sexual formal en los centros escolares a los que van vuestrxs hijxs, no como un taller puntual que se haga al año, sino que sea un contenido trimestral, que además, se puede trabajar de forma transversal en todas las áreas educativas.
Tampoco es mi intención crear un debate sobre los límites del humor. Más bien se trata dar mi perspectiva como sexóloga que trabaja en educación afectivo sexual con adolescentes y que además da terapia a adultos. Ciertas expresiones inculcan creencias que no respetan la sexualidad, el género, la identidad o el origen de las personas con las que convivimos, por eso es importante que reconozcamos el peso que tienen las palabras.
Así que, madres y padres, estemos muy atentos a los contenidos que ven vuestrxs hijxs en redes sociales e internet, las series que ven o la música que escuchan. Solo detectando, corrigiendo y explicando, seremos capaces de que entiendan lo que implica las palabras que empleamos y lograremos que sean más críticos con lo que dicen y con lo que escuchan.